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Nacionales PP.Catalans :: 04/08/2017

Éxito de Arran en sus acciones contra los efectos del turismo masivo

Barrios al Poder
Aunque los medios no quieran, después de desquitarse con calificativos contra esas acciones, al final no les queda más remedio de debatir del problema de fondo.

Están dando sus frutos las acciones mediáticas de la organización juvenil Arran, que el pasado 27 de julio paralizó un bus turístico cerca del campo del F. C. Barcelona, pinchó una de sus ruedas y pintó en su luna delantera "El turismo mata los barrios". Otras acciones también han tenido lugar, como el caso de activistas pinchando las ruedas de bicicletas de alquiler o los que desplegaron pancartas de protesta y encendieron bengalas en el puerto de Palma.

Ahora los medios de comunicación están dedicando amplios espacios al debate, arremetiendo histéricamente contra Arran calificando sus acciones de "turismofobia" y "radicalismo violento". Seamos serios, las acciones no han sido violentas en tanto que no han amenazado la integridad física de ninguna persona, no han sido siquiera acciones intimidatorias, ponerse una capucha y hacer pintadas y desplegar pancartas deberían estar, como mínimo, enmarcadas en el campo de la resistencia no-violenta. Pinchar una rueda mientras no se ponga a nadie en peligro también. Sin embargo la prensa utiliza el calificativo de "violento" para generar un rechazo social fulminante hacia esas acciones. Lo mismo ocurre con el calificativo de "turismofobia", que viene a significar odio a los turistas y que roza con el término "xenofobia", odio a los extranjeros, y que también, por extensión, juega con el mantra de asociar el nacionalismo con el nazismo y trasladarlo a Catalunya o a Euskal Herria, planteamiento patético que los partidos de derechas han intentado extender en el pasado y que sólo cala en el españolismo ultra. Pero bueno si cuela, cuela.

Es verdad que ahora los medios aprovechan para acorralar al ayuntamiento de Barcelona y exigirles explicaciones y responsabilidades, sin embargo se equivocan desde el ayuntamiento a la hora de sacudir mediática y judicialmente contra estas acciones. Son acciones pacíficas y responden a las legítimas opciones del pueblo de luchar contra un monstruo, la gestión capitalista del turismo de masas, que está alimentando las injusticias y la economía privada. Un ejemplo distinto, mientras el Comité de Empresa de Transportes de Barcelona (TB) tras la acción de Arran denunciaba la "indefensión" que viven los conductores de autobuses en Barcelona, la CGT de Catalunya se desmarcaba señalando que se niegan a "apoyar la industria turística que destroza los barrios".

Porque aunque no quieran, después de desquitarse con calificativos manipuladores contra esas acciones, al final no les queda más remedio de debatir del fondo, y eso está también ocurriendo. Por eso debemos felicitar a Arran. Porque el mercado sube los precios para adaptarlo al turismo de masas y se olvida de los barrios y de la gente local. El acceso a la vivienda está siendo cada vez más imposible para la clase trabajadora local, porque no hay regulación ninguna de los pisos vacíos y evidentemente sale más rentable alquilar un piso a un turista por días o semanas que alquilarlo por meses o años a un trabajador local. Tal es la gravedad de la situación que en Ibiza han tenido que habilitar un viejo hospital para alojar a su personal sanitario porque la vivienda de alquier está masivamente dedicada al turismo. Es sencillo, el turismo se está convirtiendo en la fiesta de la economía privada y de los grandes propietarios de pisos.

Y el debate de fondo llega aunque los medios no lo quieran porque al final hay sectores que se ven perjudicados, como el sector hotelero que compite con laplataforma AirBNB, y lo mismo ocurre con el sector del taxi, que compite contra Uber. Es decir, las empresas reguladas por el estado se ven perjudicadas por el sector que hace negocio de manera descontrolada. Por lo tanto no hay una posición homogénea a la hora de obviar las consecuencias negativas del turismo de masas. La acción política de Arran ha sido efectiva encontrando una grieta en el sistema.

La cuestión de fondo, también debemos añadir, tiene que ver con el modelo de gestión del turismo. Porque los ingentes millones de euros que ingresan en la península gracias al turismo no se traduce en mejoras para la población local, no suben los sueldos ni el empleo es más seguro, tampoco mejora el acceso a la vivienda. ¡En realidad está ocurriendo todo lo contrario! El "España va bien" porque está creciendo el turismo es una nueva estafa y debe ser denunciada. El estado debe intervenir en favor de los derechos de la gente y velar por ellos, regulando las formas de negocio y convirtiéndolo en mejoras para la población. Lo demás es blablabla.

La Haine

 

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