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EE.UU. :: 08/10/2021

EEUU: Biden redobla la amenaza contra China

Barry Sheppard
Ante el deterioro de la hegemonía imperial, más aún después de la derrota en Afganistán, Biden intensifica la política de enfrentamiento con China y la amenaza de guerra

La nueva alianza militar de EEUU, Reino Unido y Australia apunta contra China. Al dotar a Australia de submarinos de propulsión nuclear, de uranio altamente enriquecido para su propulsión y de la tecnología nuclear de alto secreto para hacerlos funcionar, Biden ha intensificado la política de enfrentamiento con China y redobla la amenaza de guerra.

Australia será el segundo país que obtenga acceso a esta tecnología, después del Reino Unido en 1958. A diferencia de los submarinos convencionales, los de propulsión nuclear pueden navegar más lejos y durante más tiempo sin tener que volver a su base. Pueden acercarse a China desde Australia sin dificultad. También son mucho más silenciosos, lo que ayuda a retrasar su detección. China está menos avanzada en la defensa antisubmarina que en otros aspectos de su armada.

Un artículo del New York Times escrito el día después del sorpresivo anuncio señala lo siguiente: "Con su iniciativa de adquirir armamento pesado y tecnología de alto secreto, Australia ha unido su suerte a EEUU durante generaciones: una 'asociación para siempre', en palabras de [el primer ministro Scott] Morrison. El acuerdo sentará las bases de una alianza militar más estrecha y mejora las expectativas de que Australia participe en un hipotético conflicto militar con Pekín."

El artículo también dice que "analistas en materia de seguridad creen que es probable que Australia utilice submarinos de propulsión nuclear para patrullar" el mar de China Meridional a lo largo de la costa china. Los submarinos de propulsión nuclear tendrán capacidad para disparar misiles contra el territorio chino. Así se sumarán al potente despliegue estadounidense de buques y submarinos de guerra en el océano Pacífico, dotados con armas nucleares, y estarán bajo control de EEUU.

China ha reaccionado de modo inmediato y con rudeza. Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, ha afirmado que el acuerdo sobre los submarinos "atentará gravemente contra la paz y la estabilidad de la región, exacerbará la carrera de armamentos y lastrará los esfuerzos internacionales por detener la proliferación de armas nucleares". Esta última acusación gana credibilidad por el hecho de que la tecnología nuclear y el uranio altamente enriquecido que le suministrará EEUU pueden servir a Australia para dotarse de armamento nuclear, si Washington así lo desea en algún momento.

Biden da un paso cualitativo en la escalada iniciada por Trump de la confrontación con China, pero este no es el único aspecto en que la política exterior de Biden se materializa como continuación y consolidación de la de Trump. Este último se caracterizó por su desdén por los aliados de Europa Occidental y por su unilateralismo. Ahora la alianza militar con Australia y el Reino Unido y el suministro de submarinos de propulsión nuclear a Canberra ha enfurecido a Francia.

El anuncio de la nueva alianza sorprendió al resto del mundo. Se ha afirmado ahora que Biden comenzó a pergeñar en secreto el nuevo acuerdo desde el comienzo de su presidencia. El anuncio del acuerdo vino acompañado de la información de que Australia se retiraba del acuerdo que mantenía con Francia para la construcción por esta de submarinos convencionales por un total de 66.000 millones de dólares. Ha sido una "decisión unilateral, brutal e impredecible", dijo un enojado Jean-Yves Le Drian, el ministro de Exteriores francés, quien la comparó con los rápidos y súbitos virajes políticos tan propios de Trump. En su declaración, Le Drian también dijo que el acuerdo afectaría "a la concepción misma que tenemos de nuestras alianzas, nuestras asociaciones y la importancia de la región indopacífica" para Europa.

Una consecuencia de este viraje es que la industria militar francesa se ha visto privada de cuantiosos ingresos, mientras que las empresas estadounidenses que construirán los submarinos de propulsión nuclear se embolsarán buenas ganancias, si bien el motivo principal de la iniciativa es el de redoblar la amenaza militar sobre China. El presidente francés, Emanuel Macron, respondió llamando a consultas a sus embajadores en Washington y Canberra. Puesto que considera que el Reino Unido es un actor secundario, no hizo lo mismo con el embajador en Londres.

Un editorial de Le Monde, el principal diario francés, en que amplía las acusaciones contra EEUU, señaló lo siguiente: "Para quien todavía lo dudara, el gobierno de Biden no es diferente del de Trump en esta cuestión: EEUU por encima de todo, ya sea en el terreno estratégico o en el económico, el financiero o el sanitario. America First es el lema que guía la política exterior de la Casa Blanca." Cuanto le preguntaron poco después a Le Drian si el comportamiento de Biden se parece al de Trump, el ministro francés contestó: "Sin los tuits".

Un artículo del New York Times informó de que, dado que la empresa estadounidense Lockheed Martin participaba en el proyecto de los submarinos franceses cerrado en 2016, "el contrato era para París un ejemplo de cómo Francia y EEUU podían colaborar en Asia. Esta idea ha quedado hecha añicos y ha sido sustituida por amargura, desconfianza y cierto grado de incredulidad de que el gobierno de Biden pudiera tratar a Francia de este modo." El artículo concluyó diciendo que "el presidente francés está decidido a mirar a sus socios europeos, especialmente a Alemania, en su replanteamiento de la alianza occidental y la política asiática. Como afirma Le Monde, 'más allá de las sensibilidades francesas, lo que está en tela de juicio es el lugar de Europa y su papel en el mundo'. Dónde quiere situarse Europa en el realineamiento global a la sombra de la confrontación entre EEUU y China."

Durante décadas después de la segunda guerra mundial, EEUU pudo dictar la política exterior a sus potencias imperialistas subordinadas de Europa Occidental, pero a medida que estas potencias han crecido económicamente, sobre todo Alemania, y un poco menos Francia, en las últimas décadas han aumentado las tensiones con EEUU. Un ejemplo fue la oposición de Francia a la invasión de Irak por parte de EEUU. El Congreso de EEUU (los estadounidenses son famosos por su vulgaridad) cambiaron el nombre de french fries [literalmente fritas francesas, o sea, patatas fritas] (que no es como las llaman en Francia) por el de freedom fries [fritas de la libertad], y el de french toast [torrija] por el de freedom toast. Un columnista comentó irónicamente que lo que en EEUU llaman el french kissing (besarse juntando las lenguas, lo que violaba la moral protestante anglosajona) debería denominarse entonces freedom kissing.

Más recientemente ha habido discrepancias con respecto a Rusia y China. Alemania y Francia se han opuesto a la manera de Washington de hacerles frente. Cuando al comienzo del mandato de Biden el secretario de Estado Anthony Blinken criticó a Alemania por mantener un acuerdo con Rusia para construir un nuevo gasoducto para el suministro directo de gas ruso al territorio germano, reclamando que Berlín rescindiera el contrato, Alemania se negó y EEUU se echó para atrás. Rusia no compite mucho con EEUU en el terreno económico. Lo que más exporta es petróleo y gas natural, y este es el único ámbito en que hay competencia entre los dos países. En cambio, la competencia con China abarca muchas más cosas, desde la tecnología hasta el comercio, etc. EEUU se concentra ahora en su nueva guerra fría con China como su principal preocupación.

El nuevo pacto militar con Australia y el Reino Unido constituye una escalada. Alemania y Francia desean equilibrar las relaciones entre Pekín y Washington y no quieren verse arrastradas a un bloque contra China. Han resistido las presiones de EEUU para que denuncien los tratados comerciales con China que son importantes para ambas. El comercio de Francía con China ya supera el de EEUU.

La continuación y profundización por parte de Biden del enfrentamiento con China que emprendieron los gobiernos anteriores y sus relaciones con Europa no son el único aspecto que hace que la política exterior de Biden sea una continuación de la de Trump (sin los tuits y las bravatas). Hay alguna resistencia a la continuación de la política exterior trumpiana por parte de Biden entre los pensadores de la clase dominante. Sin embargo, hasta ahora, Biden cuenta con el apoyo de los dos grandes partido en el Congreso.

Otro ámbito en el que Biden se mantiene fiel a la política exterior de Trump [además del bloqueo a Cuba y Venezuela y la invasión de Siria], se refiere a la inmigración y al control de la frontera con México. Biden ha dado continuidad al bloqueo racista que practicó Trump (y los presidentes anteriores) contra la inmigración latinoamericana en EEUU. En los últimos años, esto ha supuesto el rechazo de solicitantes de asilo de Guatemala, El Salvador y Honduras [Nicaragua es el único país de la región que no exporta emigrantes]. Biden ha continuado la política trumpiana de mantener en México a miles de estos y estas solicitantes de asilo a salvo de las horrendas condiciones en que se hallaban en sus países de origen, de modo que ahora no pueden solicitar el asilo.

Asimismo, ha comenzado a deportar a más personas que intentan y consiguen entrar en EEUU que lo que hizo Trump. Actualmente deporta a muchos miles de nuevos y nuevas solicitantes de asilo de Haití que han conseguido cruzar la frontera. Estas personas huyen de la desintegración de su país a resultas de un fortísimo terremoto. EEUU se ha basado en la supremacía blanca desde que inició su andadura, de modo que no favorecía los intereses de una clase dominante casi totalmente blanca que gentes de piel morena, procedentes de América Latina, inmigrara en lo que Trump llamó una invasión, y ahora los que invaden son personas de piel negra.

Las imágenes de ataques brutales de agentes de la guardia fronteriza montados a caballo, con sombreros de cowboy, tumbando y golpeando a personas haitianas negras, han consternado a mucha gente en EEUU. Las deportaciones masivas de gente haitiana ordenadas por Biden superan ya la de Obama, que le merecieron el epíteto de gran deportador.

La inmigración es un asunto interno de EEUU, que incluye a los 11 millones de inmigrantes indocumentados, a quienes han permitido entrar en EEUU a lo largo de los años para realizar trabajos pesados en la agricultura, la industria cárnica, etc. Biden mantiene el rechazo de los dos grandes partidos a que adquieran la nacionalidad y puedan ejercer sus derechos civiles. Pero también es un asunto de política exterior. La situación de la que huyen los y las solicitantes de asilo de Centroamérica y ahora Haití es fruto de la explotación imperialista llevada a cabo por EEUU durante bastante más de un siglo, con sus guerras y ocupaciones militares, la imposición de regímenes dictatoriales corruptos, etc.

Quienes albergaban la esperanza de que Biden revirtiera al menos algunas de las políticas exteriores de Trump conocen ahora un amargo despertar.

europe-solidaire.org. Traducción: viento sur. Extractado por La Haine.

 

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