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Estado español, Carlo Frabetti, Nacionales PP.Catalans :: 14/05/2018

El entorno de la manada (Gracias, Jueves)

Carlo Frabetti - La Haine
Gracias, 'El Jueves', por mantener viva alguna chispa de ese humor que, como dijo Marco Ménégoz, un joven poeta asesinado por los nazis, es la sonrisa de la revolución

No hay que renunciar a utilizar los términos adulterados por el poder, como “democracia” o “terrorismo”, pues si lo hiciéramos los dejaríamos en sus manos y los perderíamos para siempre (o lo que es peor, se volverían en nuestra contra). Muy al contrario, hemos de usarlos cada vez más y cada vez con mayor propiedad para devolverles su valor de uso y su valor de cambio. Y cuando el poder nos abofetea con un término espurio, no hay que poner la otra mejilla: hay que devolver el golpe con la mayor contundencia semántica.

Una de las palabras fetiche del régimen del 78 (aunque con la disolución de ETA haya caído momentáneamente en desuso) es “entorno”; fetiche y comodín, como “conspiración” para la judicatura estadounidenses, casi tan degradada como la española. Ambos términos son lo suficientemente imprecisos como para que un Gobierno sin escrúpulos y unos jueces sin dignidad puedan mandar a la cárcel a antifascistas, cantantes, titiriteros o defensores de los derechos humanos. O a activistas que luchan por la autodeterminación de los pueblos. O a políticos que intentan cumplir el mandato de sus electores. Y del mismo modo que no podemos dejar la palabra “terrorismo” en manos de los verdaderos terroristas, tampoco podemos cederles el término “entorno”, su complemento necesario. Porque en estos momentos de deliberada confusión política, jurídica e informativa, hay que denunciar y definir con la mayor claridad el envilecido entorno del verdadero terrorismo, el terrorismo de Estado. La manada nacional.

No hace falta señalar el lugar destacadísimo que en el entorno del terrorismo de Estado ocupan los medios de comunicación, casi todos ellos. Tanto es así, que los escasísimos atisbos de crítica que aparecen en los grandes medios provocan la inmediata rasgadura de vestiduras -o de togas- entre los fariseos que velan por la continuidad de la España más turbia.

Si Franco consiguió que La Codorniz pareciera una revista progresista, sus herederos consiguen que El Jueves parezca una publicación subversiva. Una juez de Barcelona ha concluido que el semanario humorístico pudo incurrir en un presunto delito de injurias con un artículo en el que se bromeaba sobre la policía desplegada en Catalunya por el 1-O. La magistrada considera que los textos e ilustraciones bajo el epígrafe “La continua presencia de antidisturbios acaba con las reservas de cocaína en Catalunya” suponen una ofensa y una falta de respeto. Según esta magistrada (y tantos otros colegas que envilecen su oficio), la ofensa no es que una manada de matones apalee a la población indefensa, sino que alguien bromee sobre su brutalidad.

Gracias, El Jueves, por mantener viva alguna chispa de ese humor que, como dijo Marco Ménégoz, un joven poeta asesinado por los nazis, es la sonrisa de la revolución.

(El subtítulo de este artículo es un pequeño homenaje a P. G. Wodehouse y a su novela Gracias, Jeeves, notorio ejemplo de que incluso el humor más amable puede resultar subversivo en un contexto criptofascista).

 

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