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Nacionales PP.Catalans, Carlo Frabetti, Estado español :: 31/10/2019

La España idiota

Carlo Frabetti - La Haine
No ver la diferencia entre el agresor y el agredido, entre un Estado que atropella y una población atropellada, es pura idiotez, en el más literal sentido del término

Ante la brutalidad policial, judicial, política y mediática de los autoproclamados constitucionalistas, solo un idiota moral -o un idiota a secas- puede no darse cuenta de que cualquier cosa que hayan podido hacer o decir los independentistas es infinitamente menos grave que la represión ejercida contra ellos (y los matemáticos no solemos tomar el nombre del infinito en vano). No ver la diferencia entre el agresor y el agredido, entre un Estado que atropella y una población atropellada, es pura idiotez, en el más literal sentido del término. Lo que significa que los idiotas morales se cuentan por millones: unos veinte, como mínimo, a la vista de las últimas elecciones generales y las intenciones de voto relativas a las próximas.

 Es muy alarmante que la población adulta de un país esté compuesta mayoritariamente por idiotas morales -y/o idiotas a secas-; pero, por desgracia, no es sorprendente que sea así en un país en el que la tortura pública de animales de consciencia y sensibilidad similares a las humanas es la “fiesta nacional”; un país con un millón de cazadores, es decir, de degenerados que se divierten matando; un país que acepta a un rey impuesto por Franco, que elogia públicamente al dictador y que se ampara en su impunidad para asesinar a osos y elefantes; un país en el que la tortura y los malos tratos son práctica frecuentes e impunes; un país con cientos de presos políticos inconstitucionalmente dispersos; un país en el que durante décadas la enseñanza ha estado en manos del nacionalcatolicismo más abyecto; un país en el que los ministros y altos funcionarios del Opus Dei se han contado por docenas; un país en el que se acusa de terrorismo a los pacifistas mientras los verdaderos terroristas (González, Barrionuevo, Galindo…) están en la calle; un país en el que los grandes medios de comunicación tergiversan, omiten y mienten sin cesar…

En pocas palabras, un país cuya población ha sido intoxicada sistemáticamente durante ochenta años. No es extraño que muchas de las personas a las que no han conseguido idiotizar del todo no quieran ser españolas.

Ya no hay una España que duerme y una España que bosteza, como decía Machado. Hay una España idiota que oprime y una no-España que resiste, en Catalunya, en Euskal Herria, en Galicia, en Castilla, en Andalucía, en Canarias… Incluso en Madrid. Y el resultado de esa contienda solo puede ser uno: las naciones sin Estado serán independientes y el Estado sin nación será lo que quieran esas naciones soberanas. Hasta puede que siga llamándose España, y hasta puede que entonces los catalanes, vascos, gallegos, castellanos, andaluces, canarios… no tengan inconveniente en considerarse también españoles, del mismo modo que se consideran europeos. O terrícolas.

 

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