La resistencia de Puigdemont continúa

Las fuerzas de "seguridad" del estado español, en coordinación con la "justicia" española atraparon a Puigdemot en Alemania en el marco de una estrategia para trasladarle a España y allí encarcelarle. Pero tampoco funcionó. Alemania le dio la razón a Bélgica y nuevamente dejaron en ridículo a España: en Catalunya hay desobediencia pero no hay violencia.

Hoy, en rueda de prensa desde Bélgica, Consell de la República, Puigdemont ha defendido "soluciones políticas a la demanda del derecho de autodeterminación". Ha declarado abiertamente que su responsabilidad es la de "internacionalizar el proceso" y que “la causa catalana tiene cada día más comprensión en el continente”, lo cual es una victoria suya y también de todo el colectivo de exiliados.

Es patético hablar de España como un estado moderno de derecho del siglo XXI y que las principales potencias europeas la desprestigien en público cuestionando la principal batalla política interna que está llevando a cabo. No es moco de pavo. Es una herida abierta y en carne viva que el imperialismo español sufre a manos del rebelde movimiento republicano catalán. Las grietas en el todopoderoso Estado español se siguen profundizando.

Se intenta demonizar a Puigdemont hablando de que impone su "línea dura" al resto de su partido, y que "solo" dos tercios del PDeCAT le apoya, como si fuera poco. Como si Casado o Sanchez tuvieran más de dos tercios de apoyo dentro de sus respectivos partidos.

Sin embargo la realidad es que Puigdemont está demostrando un arrojo y un incorformismo asombrosos, y los que se bajen del barco por miedo o cansancio verán rápidamente cómo lo que se ha conseguido hasta ahora, que es colocar a Catalunya en el centro del debate político español y europeo e instalar en el imaginario de la sociedad catalana la idea de una nueva Catalunya libre y republicana, se puede diluir.

Y en este contexto es fundamental el aporte de ERC y sobre todo de la CUP y de los Comités en Defensa de la República, para seguir combatiendo las tendencias neoliberales en el interior del proceso catalán.

La Haine