Vergüenza me das tú, Pablo
La campaña electoral del 27S está a punto empezar, y a los catalanes nos va a tocar cargarnos de paciencia para soportar las ocurrencias y salidas de tono del político de turno que desembarca en Cataluña venido de la capital del Reino, como el que va a misiones, a advertirnos, a insultarnos, a amenazarnos, o, en el mejor de los casos, a decirnos lo que nos conviene. Con mucho cariño porque nos quieren, pero tratándonos siempre como un pueblo menor de edad, en definitiva.
Y entonces apareces tú, con tu lustrosa melena recogida en una coleta, cabalgando tu unicornio rosa. Apareces tú y nos regalas tu presencia, Pablo, a nosotros la gente de provincias. Eres tú, Pablo, el que abres el camino del Cambio… a no se sabe qué, pero ¿qué importa? El Cambio eres tú, Pablo.
Eres la esperanza para mucha gente. Un Líder. Un Mesías. Aquel que ha venido para acabar con el bipartidismo, aunque sea desde la tercera posición según indican las encuestas más recientes. La gran ola del cambio parece que llega a la orilla, acariciando suavemente las arenas del bipartidismo. Menudo tsunami. Tú, que ibas a asaltar los cielos, y te vas a conformar con cambiar el sillón de eurodiputado por el de portavoz del tercer grupo del Congreso. Qué injusto es todo. Porque el Cambio eres tú, Pablo.
Tu eres el adalid de la nueva política. Tú encarnas la fuerza de un proyecto colectivo, aunque sea tu cara la que se estampe en las papeletas de manera nada personalista. Tú abanderas la política hecha por la gente, de abajo a arriba, aunque hayas construido una organización de lo más rígida, blindada y vertical. ¿Qué importa eso? El Cambio eres tú, Pablo. Tú, tú tú.
Recuerdo de manera entrañable otra de tus visitas a esta nuestra rebelde provincia. Tuviste a bien aleccionarnos a los que somos de Cornellà o l’Hospitalet sobre a quien no hay que abrazar, porque Mas es malo… aunque se te olvidara comentarnos que sí se pueden regalar DVD’s de Juego de Tronos al inquilino de la Zarzuela. Deben ser tus profundas convicciones republicanas, o la fascinación por el simpático gracejo campechano propio de los Borbones. Sea lo que fuere, está claro que regalar DVD’s es mucho más revolucionario que dar abrazos. Dónde va a parar. Ese es el Cambio, Pablo.
Y ahora, cuando tenemos ministros vendebombas que nos amenazan con el Ejército porque queremos votar algo que no les gusta, cuando tenemos presuntos socialistas que no aclaran si somos una nación, una singularidad o un forúnculo, apareces tú de nuevo a lomos de tu unicornio rosa. Apareces para decirnos que “los que no se avergüenzan de tener padres o abuelos andaluces tienen que apretar los dientes. Que no os den de lado, tenéis que sacar el orgullo de barrio. Son los que pueden echar a Mas y Rajoy”. Has venido hasta aquí para sacar a pasear la vergüenza, los abuelos, la sangre, el origen, y usarlos para separar a quienes puedan tener otros abuelos, otra sangre u otro origen. Y lo has dicho sin que se te caiga la cara de vergüenza, Pablo.
Yo soy de barrio, de la Florida. Orgulloso de ser de l’Hospitalet, una ciudad hecha a sí misma y hecha por muchísima gente venida de muchos sitios. Una ciudad orgullosa de su carácter acogedor y mestizo. Barrechao. Soy hijo de extremeña y leonés, orgulloso de mis raíces y de la tierra de mis padres y mis abuelos. Así que voy a apretar los dientes para decirte algo con todo mi orgullo de barrio: vergüenza me das tú, Pablo.
No tienes ni idea de Cataluña, Pablo. Vienes de Vallecas trotando en tu unicornio rosa, con tu coleta y tu prepotencia, a insultarnos y a usar de manera indecente nuestro orgullo de barrio y a nuestros abuelos para intentar dividirnos. En Cataluña no necesitamos más separadores, ni fracturadores. De eso vamos sobrados. ¿Es ese el Cambio, Pablo? ¿Será verdad eso de que lo más parecido a un español de derechas es un español de izquierdas? ¿En qué te diferencias tú de Alicia Sánchez-Camacho? Vergüenza.
Muchos hijos y nietos de andaluces, extremeños, gallegos, aragoneses o castellanos, que también somos de barrio, no sentimos vergüenza por defender que otra Cataluña es posible. Muchos también hemos intentado defender que otra España es posible, pero nos hemos cansado de intentarlo. Por eso el 27S muchos votaremos a Junts pel Sí o las CUP. Lo que nos estamos jugando es poder cambiar las cosas de verdad, aunque tú solo estés pensando en las elecciones generales. Aquí estamos hablando de construir un nuevo país, y tú vienes y nos pides que esperemos a ver si ocurre un milagro y consigues algún día ser Presidente…
No, Pablo. El Cambio en España y en Cataluña no eres tú. El auténtico Cambio para Cataluña y España será la República catalana.
Solo así podremos poner en marcha los cambios y reformas necesarios, aquí y allí. Y ahora, coge tu unicornio rosa y vuelve a Vallecas, o a Estrasburgo.