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Nacionales PP.Catalans :: 28/09/2017

Antiimperialismo catalán

Barrios al Poder
Lucha de clases, monopolio de la violencia, huelga general... vuelven a primera línea conceptos revolucionarios que parecían perdidos.

Una vez más parecía que algunos conceptos revolucionarios habían quedado obsoletos en esta nueva era de parlamentarismo. Lamentablemente las calles de la capital del reino español han ido perdiendo fuerza al tiempo que se ha extendido la influencia Podemos cuando en realidad deberían ser complementarios. La consecuencia de que el protagonismo de la lucha esté en el parlamento es que se va perdiendo el lenguaje de la realidad revolucionaria en pos del lenguaje de la estrategia electoral. Conceptos como "demócratas", "diálogo", "respeto a la constitución y al estado de derecho", etc..., campan a sus anchas en nuestro día a día dejando atrás las banderas de contrapoder que aún se seguían levantando masivamente a finales de los 90 y primera década del 2000.

Sin embargo el antiimperialismo de Catalunya nos refresca la memoria. Pone al desnudo lo que llevábamos toda la vida diciendo: que hay territorios culturalmente diferenciados en la península que mantienen su unidad a España porque han sido ocupados por las fuerzas de seguridad al servicio de la burguesía española. ¿Os acordáis del concepto de que el estado tiene el "monopolio de la violencia"? Hoy queda en evidencia que eso de las "policías autonómicas" era solo un caramelo para que pareciera que el llamado autogobierno era real. El problema es que cuando se agudizan las contradicciones, como es el caso, lo primero que hace el gobierno español es atar en corto a los mossos de escuadra. El monopolio de la violencia es mio, confirma el PP.

Digamos, de paso, que la única violencia que preocupa a la burguesía es aquella que se da fuera de sus márgenes de control, por eso no le importa ni el genocidio cotidiano que genera la industria farmacéutica ni los accidentes laborales ni las agresiones machistas cotidianas que se cobran cientos de muertes año tras año. Cuando hay revuelo, y del bueno, es con el atentado en las Ramlas, violencia brutal pero pequeña en porcentaje si comparamos cifras de otras áreas pero especialmente importante porque la burguesía no la controla. Y el acabose es cuando las colonias, en este caso la catalana, se rebelan y deciden no acatar las leyes del Imperio.

Entonces decía La Haine en el año 2002 en una entrevista para el diario 'El País' que el "diálogo vendría a ser una ficción basada en intereses estratégicos", o lo que es lo mismo, basada en una correlación de fuerzas de clase. Porque la lucha de clases parece que sigue existiendo, ¡quién lo diría! Lo que pasa que esta vez la lucha no es típicamente entre burguesía y proletariado, sino más típicamente al estilo latinoamericano de los 70: reivindicar la soberanía nacional frente al imperialismo.

Y por supuesto, dentro de esa reivindicación de la soberanía nacional catalana hay componentes de lucha de clases interna, porque lo interesante del proceso catalán es que está participando la calle, un ente "con vida propia" (como describió con acierto Jordi Évole). Ahora no hay dos legalidades, sino tres. La del gobierno español, la del parlamento catalán y la de la calle. Porque la calle ya ha planteado métodos de lucha clásicos del movimiento obrero como la huelga general, la movilización espontánea, el bloqueo de la vía pública. Y lo que está por llegar.

Quizá podemos volver a decir: ¡La historia no ha terminado!

 

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