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Nacionales PP.Catalans, Carlo Frabetti :: 04/10/2017

Hem votat

Carlo Frabetti - La Haine
Decía Marx que lo más importante de las movilizaciones sociales no son sus logros inmediatos, sino la manera en que transforman a quienes participan en ellas.

Por fin, mis amigos de Girona -Eva, David, Anna, Josep…- pudieron votar. Nos costó encerrarnos durante treinta horas en la Escola Pla de Girona y detener mediante un tapón humano a la horda que intentaba irrumpir en el colegio para robar las urnas, pero lo conseguimos (me incluyo porque, aunque yo no podía votar puesto que soy italiano, considero que el 1-O hubo otra votación -metafórica, pero aún más importante que la real-en la que las papeletas éramos las personas y las urnas los colegios electorales queocupamos para defenderlos de la barbarie policial).

A las cinco de la tarde del 31 de septiembre, en el Pla de Girona, como en tantos otros colegios de toda Catalunya, había varios cientos de personas realizando diversas actividades recreativas: niñas y niños corriendo por el patio, jóvenes tocando la guitarra, “yayos” jugando a las cartas…A las once se cerraron las puertas y un centenar de personas nos quedamos a dormir (es un decir) por si venían durante la noche.

A las cinco de la mañana del ya histórico 1 de octubre se reabrieron las puertas y se nos juntaron unas doscientas personas más, pues estaba previsto que a las seis llegaran los mossos d’esquadra.

Efectivamente, llegaron poco después, pero se limitaron a cubrir el expediente: preguntaron si había materiales relativos al referéndum y se marcharon sin más.

A las siete trajeron las urnas, que fueron recibidas con grandes aplausos, y a las nueve en punto comenzó la votación, tal como estaba previsto.

Todo transcurrió con la mayor normalidad durante unas horas, hasta que empezaron a llegar las noticias -y las imágenes- de las brutales agresiones policiales en otros colegios, algunos muy próximos. Los organizadores pidieron que se marcharan los niños y los acianos, y unas cuatrocientas personas nos quedamos para impedir que robaran las urnas. Recibimos a los orcos (es el nuevo apelativo que se han ganado, pues el de maderos se ha quedado corto) gritándoles a la cara “No pasarán”, y no pasaron.

La votación se prolongó hasta las ocho de la tarde, como estaba previsto, y unas cuantas personas nos quedamos hasta las once de la noche, por si se producía un nuevo ataque, mientras se efectuaba el recuento de votos y se redactaban las actas. Como se suele decir, lo demás es historia. Ya es historia.

Tras más de cincuenta años de militancia antifascista (es decir, anticapitalista), he perdido la cuenta de las manifestaciones, concentraciones, sentadas, encierros y batallas campales en las que he participado; pero tengo claro que la del 1-O fue la madre de todas las movilizaciones, y considero un gran honor y un enorme privilegio haber podido participar en el ejemplar levantamiento del pueblo catalán contra los herederos del franquismo y sus cómplices multicolores.

No voy a hablar de las manadas de cobardes y descerebrados que atropellaron a la población indefensa, ni de los criminales que manejan a esos títeres de cachiporra: las declaraciones de unos y otros y, sobre todo, las imágenes hablan por sí solas. Me limitaré a decir que todo lo que fue o habría sido lícito hacer contra el franquismo, es lícito hacerlo contra sus herederos.

Decía Marx que lo más importante de las movilizaciones sociales no son sus logros inmediatos, sino la manera en que transforman a quienes participan en ellas. Y cuando una movilización implica a todo un pueblo, es una sociedad entera la que se transforma. Es difícil prever lo que sucederá en las próximas semanas, pues hay muchas variables en juego, y no todas visibles; pero una cosa es segura: habrá un antes y un después del 1-O, y el después será mejor que el antes.

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PD: Gracias, Felipe, por recordarnos de quién eres hijo y heredero.

 

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