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Nacionales PP.Catalans :: 27/05/2009

Vuelvo a ser libre. Seguimos trabajando para vivir sin capitalismo

Enric Duran
La prisión no cumple la función de reinserción que se le supondría, sino que acentúa el desarraigo social y la falta de perspectivas de los presos.

Después de 65 días encarcelado sin ser juzgado, la Audiencia de Barcelona nos ha dado la razón en cuanto a que la medida de prisión provisional sin fianza, tomada por el juzgado nº 29, era excesiva.

El auto de la Audiencia insiste, en cambio, en el riesgo de fuga, hablando de declaraciones mías contradictorias, sin querer reconocer que se trató de un proceso en el que decidí volver, asumiendo las consecuencias, coincidiendo con la publicación ¡Podemos!, el 17 de marzo.

La audiencia contradice claramente lo que había dicho el juzgado de instrucción nº 29, de modo que, si aquél decía, sin avergonzarse, que un motivo para fugarme es que no tenía arraigo social, ésta dice ahora que tengo una "red de conexiones" a mi disposición para situarme en paradero desconocido sin salir del país.

Así pues, la Audiencia de Barcelona se ha inventado el "exceso de arraigo social" como motivo para tomar medidas cautelares. ¿En qué quedamos?

Aunque la Audiencia nos haya dado la razón parcialmente, los 65 días encerrado no me los quita nadie.

De todas maneras, mi paso por la cárcel ha sido una experiencia enriquecedora, que me ha servido para aprender por mí mismo, muchas cosas del sistema penitenciario y de la realidad de las prisiones.
Al nivel personal, el día a día ha sido muy tranquilo y no se me ha hecho muy duro, en parte por mi manera de ser, pero también porque no tiene nada que ver entrar en prisión con el apoyo social del que gozo que entrar en ella como el 99% de los internos, como personas anónimas señaladas como parias. Se ha querido evitar que viese lo que la prisión es realmente, pero mi observación y los ratos compartidos con otros compañeros me han servido para hacerme una idea bastante aproximada de la indefensión y de la vulneración de derechos fundamentales que viven miles de personas reclusas en nuestro país, una falta de derechos muy por encima de lo que dicen las leyes vigentes.

La prisión no cumple la función de reinserción que se le supondría, sino que acentúa el desarraigo social y la falta de perspectivas de los que están encerrados en ella.

Espero que esta experiencia me sirva, pues, para contribuir a la defensa de los derechos fundamentales de los reclusos y a crear un debate social sobre la prisión y sus alternativas.

Además de criticar los fundamentos de esta decisión que ha puesto precio a mi libertad, considero que la fianza de 50.000 euros es excesiva también en su cuantía. Sólo es necesario mirar el archivo de las fianzas depositadas en otros supuestos delitos para darse cuenta de que es una cifra discriminatoria por motivo de mis ideas. Aun así, entre la gente que me da apoyo, algunas personas individuales que no quieren que se sepa quién son la han depositado rápidamente. La gente que me apoya considera que soy más útil en la calle que la cárcel y es por ello por lo que me han liberado tan rápidamente. Se lo agradezco y asumo esta confianza depositada en mí.

A pesar de esto, conviene aclarar que, de este dinero, los bancos no verán nada, porque no es mío y porque, al tratarse de una fianza, no son donaciones, sino depósitos que serán devueltos a estas personas después del juicio.

Estos depósitos se trasladarán próximamente a la banca ética y cooperativa Fiare, de manera que en el juzgado sólo quedará el aval bancario correspondiente, que estamos tramitando con esta entidad. De esta manera será como haremos que nuestra respuesta a esta medida económica sea coherente con los objetivos de la insumisión bancaria: aprovechándola para reforzar el primer proyecto a la vez ético y cooperativo de nuestro país.

El proceso de instrucción continúa y puede ser largo. Si los bancos me quieren juzgar, la ciudadanía juzgará a la banca. Como se ha demostrado en estos 65 días en que he estado encarcelado, por cada golpe que den lo que harán será amplificar la fuerza de nuestras denuncias, el significado de nuestros argumentos y la coherencia de nuestros actos. Buscando un castigo ejemplar, lo que han hecho es reforzar un ejemplo que inspira.

Cuando la voracidad y la falta de escrúpulos de la banca han quedado al descubierto y ha actuado de desencadenante de la grave crisis económica actual, una mayoría social considera que los ladrones son los bancos y quieren para mí la absolución.

A partir de ahora, se abre una nueva etapa en la que defenderé mis ideas en libertad, tal y como iba a hacer a partir del 17 de marzo. Dos meses después, me reincorporo tan activamente como siempre a los movimientos sociales y especialmente a al Red por el decrecimiento y al colectivo Crisis. Tenemos mucho trabajo por delante para extender los proyectos presentados en la publicación ¡Podemos! Y, juntamente con centenares de compañeros y compañeras, nos implicaremos con todas nuestras fuerzas para que el próximo 17 de septiembre pueda ser un nuevo punto de inflexión para demostrar para que podemos vivir sin capitalismo y para visualizar la gran cantidad de personas que, cada vez más, quieren vivir de una manera alternativa a la que impone el sistema dominante y que lo estamos empezando a hacer.

En un nivel global, el tiempo pasa rápidamente y, por más fuertes que sean los argumentos, por más claras que se manifiesten las evidencias, por más actores sociales que lo reclamen, nadie en la clase política osa entrar públicamente en el debate sobre si el crecimiento habría de seguir siendo un fin de la economía en sí mismo. En lugar de cambiar el modelo económico para que no necesite crecer, se habla de cambiar el modelo de crecimiento y se practican medidas que sólo tienden a `perpetuarlo. Se subvenciona la compra de coches mientras cada vez más gente en paro sufre por no poder comer y por tener un lugar para dormir. Así, se está desaprovechando la ocasión para iniciar una transición hacia un modelo económica y ecológicamente viable. Si no lo hacen ellos, lo haremos nosotros.

Si la clase política desvía la atención, nos deberemos centrar. Ya basta de falsas promesas, de corruptelas y de insultos entre partidos. Ya basta de cobardía y de cálculos electorales a corto plazo. ¿Por qué no hablamos de cómo podemos hacer viable nuestra sociedad para el 2012, de manera que lo sea también para el 2020 y el 2040?

Mientras las instituciones públicas no reaccionen y continúen actuando según la ley del silencio para todo lo que no sea el pensamiento único capitalista, sólo tenemos una opción, y es la de actuar directamente, la transformar la sociedad desde abajo, desde la autoorganización social.

La represión no nos cortará las alas. El poder no es tal sin obediencia ni sin miedo. Cada vez somos más las personas valientes y nos estamos organizando.

 

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